Lo primero que haré será reconocer que me ha resultado muy difícil no establecer comparaciones entre mi hijo con TEA y otros niños de nuestro entorno, especialmente con su hermana mayor. La comparación con los niños neurotípicos es algo que nos sale solo, de serie y no creo que sea pecado mortal, sino más bien una tendencia innata en el ser humano que simplemente debemos aprender a controlar. Cuando era madre primeriza, claro que observaba cuándo empezaban a caminar otros bebés, a hablar, o incluso ahora, que la mayor va a cumplir 6 años, indago acerca de si sus compañeros leen o escriben mejor que ella, si tienen más habilidad…