rigidez y el autismo
Diagnóstico

La rigidez y el autismo. ¿Tu hijo tiene rutinas estrictas?

En los inicios del diagnóstico, cuando nos hacían preguntas acerca de la rigidez y el autismo de mi hijo siempre decíamos que no habíamos tenido problemas con esto. Por el momento. Esta coletilla se ha afianzado en nuestro vocabulario, porque cuando hay alguna parcela en la que nos parece que el niño vive de una forma común y corriente, siempre nos queda la duda de si un día también veremos surgir complicaciones en ese área. Antes de los 3 años, no era un niño de rabietas, ni habíamos pasado por la famosa fase de los terribles 2 y las rutinas no estaban nada afianzadas en su día a día. Supongo que se había acostumbrado a vivir como todos en esta casa, a salto de mata y sobreviviendo como podemos. Tras el encierro en casa por el coronavirus, su salida a la calle fue espectacular. Si bien no parecía haber sufrido demasiado el tiempo de aislamiento, cogió el callejeo con unas ganas que jamás había demostrado antes y ahí empezó a hacer gala también de su carácter y a dejarnos ver las complicaciones que pueden traer a la vida familiar la rigidez y el autismo. Hoy os cuento algunas de esas situaciones en las que nosotros no veíamos un problema de inflexibilidad pero donde realmente ya apuntábamos maneras.

Cuando sus intereses son lo único que importa

Este es el principal problema de la rigidez, no el hecho de que tenga intereses obsesivos o sea maniático en el orden en el que quiere ejecutar ciertas actividades. Eso nos daría lo mismo. El problema es que no es capaz de adaptarse a los cambios inesperados, a improvisar sobre la marcha y no tiene edad para comprender que llegamos tarde a un sitio, que algo puede resultar peligroso, etc. Podemos salir felizmente de casa de paseo con el patinete para llegar a terapia, pero si al salir del edificio se fija en los columpios que tenemos en el parque de al lado ¡horror! Actualmente no tenemos ninguna baza para distraerlo y lograr que vuelva a montar en el patinete y que sigamos el paseo tranquilos. Ni chucherías, ni promesas, ni juegos para despistar. O vamos a los columpios o empezaremos con mal pie. No es solo que no podamos salir de casa siempre con media hora de antelación por si ese día él no está dispuesto a avanzar sin pasar por los columpios, que también, porque nuestro tiempo es de 24 horas como el de los demás. La cuestión es aún más compleja, porque quizás un día sí sales con mucha antelación, y justo ese no quiere para en el parque, con lo cual, llegas a tu destino (el colegio, la terapia, el médico, etc.) con demasiado margen y ¡horror! Ahora te toca gestionar una larga espera hasta que sea tu turno. Nuestros recursos pasan sobre todo por ir cargados de comida atrayente y prácticamente rezar antes de salir de casa para no vernos envueltos en un berenjenal curioso.

Cuando la anticipación no funciona en relación a la rigidez y el autismo

La anticipación suele ser la clave para muchas terapias y la solución a muchos conflictos pero ¿a qué edades? Como os comentaba cuando os hablé del libro para trabajar las habilidades sociales básicas, pasados los 3 años y medio hemos conseguido anticipar poquísimas cosas para evitar enfados. Podemos conseguir que el niño espere un minuto antes de lanzarse por la puerta, que entienda que antes de salir debe vestirse, o comer antes de jugar, o que hay que respetar las colas en los parques de atracciones, supermercados, etc. Y poco más. Él es el centro de su universo, no entiende de intereses ajenos y mucho menos de convenciones sociales, con lo cual no podemos profundizar en el meollo de la anticipación porque es pequeño para comprender la gestión del tiempo, de lo que vendrá en el futuro y demás. Además, en ocasiones es imposible prever que de una situación cotidiana él va a crearse una norma duradera. Nos pasó cuando al borde de los 3 años le compramos el primer chupa chups en la tienda de la esquina y el asumió que cada vez que pasásemos por ahí compraríamos uno. En un día normal, pasamos por delante un mínimo de 4 veces, por lo que tras aquella primera compra tardamos casi mes y medio en romper esa norma inventada y que comprendiera que no siempre íbamos a parar a comprar caramelos. Lo grave no es que él lo pidiera, que lo vería normal en un niño, sino que ante nuestra negativa ya se negaba a caminar, lloraba, se revolcaba por el suelo y podíamos tardar una hora completa en recuperar la calma. Como para salir de urgencia a algo, vamos.

Desafiando sus esquemas en busca de la flexibilidad

La terapeuta ocupacional ya nos dijo hace tiempo que debemos hacer un esfuerzo por ponerle pequeños desafíos para que vaya adaptándose a imprevistos sin grandes dramas. Aprovechando que hasta ahora no ha sido un niño explosivo, que tiene un carácter tranquilo y que lo normal es que se le pueda reconducir hacia otro interés cuando hay que negarle aquello que quiere en un momento determinado pero que no puede ser, hemos hecho algunos avances. Por ejemplo, a la hora de comer, le da igual estar en un lugar u otro de la casa, en la trona o en la silla, o en un restaurante, que tenga su vaso, sus cubiertos e incluso sin tablet puede comer en sitios nuevos. Lo mismo ocurre con la hora del baño y de ir a dormir: no importan los horarios, ni el orden de las actividades. Así es que las vamos variando constantemente para que no encuentre una pauta rígida a la que se acostumbre y que luego nos sea imposible trastocar. 

Hemos visto su rigidez en temas sencillos como tener que ser siempre él quien destape su propio yogur (o no se lo come); no dejar que nadie coja comida de su plato (o reniega del plato entero); empeñarse en girar por una calle siempre a la izquierda y tener que cargar 2 kilómetros con él y sus 18 kilos a cuestas porque era obligatorio que lo hiciéramos a la derecha para llegar a donde debíamos; no permitir que nadie más apague la luz del salón por la noche y negarse a dormir si alguien ha tocado ese interruptor antes que él… Ya veis, cosillas que parecen no tener importancia pero que desencadenan enfados y malos entendidos que pueden durar horas. ¿También se os ha complicado el día a día a causa de este tipo de esquemas mentales inamovibles?

4 Comments

  • Alberto

    Continuamente, es una rigidez continua. Lo que cuentas me suena a mí hijo hace un par de años. Dirán que no lo anticipas lo suficiente, que no anticipas con lo necesario o que tú anticipación no es lo suficientemente variada y resuelta…
    El tiempo. El tiempo lo anticipara todo, sobre todo, el hecho de que sea más maduro e inicie la tolerancia a la frustración, cambios de planes y demás…
    En su momento probamos con pictos, fotos, imágenes, palabras…de todo. Nada.
    A día de hoy ya no recuerdo que es eso. Sigue siendo rígido, pero más maleable y se soluciona (a veces solo parcialmente) con la explicación verbal.
    Eso sí, si es de su interés tienes todo el campo llano…jejej. si no, otro gallo puede cantar.
    Saludos

  • Marta

    Nosotros estamos igual, quizá hasta más exagerado porque el mío es mayor y ha tenido más tiempo para ir desarrollando estas “manías”. Ojalá pudiera dejarle hacer siempre esas cosas, pero no es posible. No puede aprender a salirse siempre con la suya, la vida no es así.

  • Rosa

    Como te entiendo!! Nosotros estamos igual el mio está a punto de cumplir 4 y solo vamos diciendo (su padre y yo) cambiará. Para nosotros el hecho de salir de casa ya es un estrés.. tengo que llevarme una mochila con mil y una cosa por si se gira y entra en bucle.. me dicen que esto va pasando y que conforne se vaya haciendo mayor irá entendiendo mejor yo no quiero que se haga mayor pero hay momentos que me gustaria cerrar los ojos y verme en unos años para ver si las cosas han mejorado..

  • claudia salazar

    con david (6 años) desde el inicio nos dimos cuenta de las rigidez sutil e incipiente y empezamos a combatir una por una preeviendo claro cuales eran las que mas podian afectar su adaptabilidada al imprevisto real, del dia a dia cotidiano, un ejemplo es que el ama las camisas manga corta y las manga larga le cuestan mucho hoy dia llegamos al acuerdo de que la manga larga se usa solo en ocasiones puntuales, asi conseguimos que el tolere la idea de que en ciertas y pocas circunstancias debera ir de camisa larga y el resto el codigo de vestimenta puede ser a su eleccion, una conquista fuerte de estas rigidez fue el color del cepillo de diente ya que es claro que no es posble preever y recorrer media ciudad para encontrar su color y no es productivo asi que hoy dia ya no le importa el color del cepillo , y es un niño feliz que incluso dice que ya quiere cambiarlo por otro color para variar , jajaja

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