mejor ningún terapeuta que un mal terapeuta
Opiniones

Es mejor ningún terapeuta que un mal terapeuta

Nuestra experiencia en atención temprana sigue siendo bastante defectuosa. Ya hace casi un año que nuestra primera psicóloga terrorífica, quien nos acusó de cosas como la culpabilidad del padre en el autismo del niño, los problemas de la lactancia para su comunicación, entre otras perlas similares, desapareció de nuestra svidas. Pues en este tiempo, 11 meses ya, hemos tenido exactamente 5 visitas con la nueva psicóloga. Si bien está en mejor sintonía con nosotros, ya me diréis el beneficio que podemos sacar de una terapia en la que durante casi un año se ha visto al niño en tan contadas ocasiones. Sí, el coronavirus cerró el centro, como tantas otras cosas, pero aún así es que no me salen las cuentas. El caso es que más allá de la maravilla de profesional que te asignen en atención temprana, el modelo de los CDIAP de Cataluña se basa exclusivamente en la observación del niño, por lo que en cada sesión ellos extraen datos, que unos compartirán contigo y otros simplemente guardarán en el ordenador para futuros informes. Seguimos sin obtener pautas de trabajo para hacer en casa con el niño y al final, las citas son un mero trámite para decir que sí, que seguimos vinculados al sistema público, que somos obedientes y cumplimos con nuestras horas de terapia y, como mucho, podemos obtener beneficios administrativos (informes para tramitar la discapacidad, la dependencia, una plaza de necesidades especiales en la escuela, etc.) pero como terapia propiamente dicha, de apoyo al niño, no sirve de nada. Después de 2 años de contacto, creo que este tipo de asuntos deberían gestionarse exclusivamente por otro tipo de vía administrativa y me doy cuenta de que en el fondo es mejor no tener ningún terapeuta que un mal terapeuta, por varias razones.

Un mal terapeuta es una pérdida de tiempo

Muy grande además. Desde que empezamos a ir a atención temprana, al niño le correspondía una sesión de entre 35-45 minutos a la semana, dependiendo del día. Para ese rato de tortura inservible, debía invertir como mínimo una hora y media más entre preparar al niño para ir, la espera allí y el camino de ida y vuelta. Algo más de 2 horas semanales por el beneficio de tu hijo es una mísera inversión, pero cuando ves que es todo tiempo perdido, que además te asignan un horario en miércoles a las 10 de la mañana, que te rompe la jornada laboral, que hace perder al niño el día en la escuela infantil o en el colegio, pues aún lo ves con peores ojos. Como además vas a un sitio en el que una señora toma notas del comportamiento de tu hijo mientras él está pegado a la maneta de la puerta intentando huir a grito pelado, la situación te parece aún peor. Porque da la sensación de que vas allí a que la experta rellene documentos mientras te juzga a ti, a tu criatura y le importa un bledo que el niño esté tan a disgusto en la sala. Ni un consejo, ni una guía, ni siquiera orientación con los trámites para solicitar ayudas. Tú simplemente te personas como si estuvieras en libertad condicional y cumples con ese trámite, aunque no obtengas nada a cambio.

Es mejor ningún terapeuta que un mal terapeuta para mantener la moral familiar

Después de cuadrar todo lo posible el resto de tus obligaciones para acudir a atención temprana, si encima te toca un mal terapeuta puede hundirte moralmente. La nuestra tenía una afición malsana por buscar un culpable del autismo: un día podía ser el padre, otro el abuelo, otro la teta de la madre, o el tío que dicen que tiene tal cosa diagnosticada. Pero un culpable tenía que haber. El disgusto del niño se la traía al pairo, pero como padres ¿qué cara se te queda cuando debes hacer pasar a tu criatura por ese espectáculo de llanto inútil una vez por semana? Porque con 2 años no le puedes explicar que necesitas unos papeles para recibir supuestas ayudas con las que pagar sus necesidades especiales. Y él lo que ve es a una señora con la que no tiene ningún tipo de buena vibración, que cierra una puerta que le impide escapar, una madre que no le ayuda en su objetivo y 3 juguetes sin interés por los que se espera que muestre un entusiasmo desaforado cada semana. Porque si la terapeuta fuera mala, pero al menos el niño fuese encantado a perder el tiempo allí ¡todos contentos! Como padres, ya buscamos información y otro tipo de asesoría y terapia por nuestro lado, pero el niño jamás, en casi año y medio de sesiones con ella, pisó la consulta contento ni una sola vez. Esto te añade una nueva carga a tus sentimientos de culpa como padre, porque tienes la impresión de que sería mejor para el bienestar mental de toda tu familia no volver a poner un pie allí pero ¿y las amenazas si te desvinculas del sistema público de ayudas? Total, que te aguantas.

Un terapeuta que no traumatice al niño, por favor

Imaginad cómo ha debido ser nuestra experiencia para opinar que no tener ningún terapeuta es mejor que un mal terapeuta, que hasta he llegado a agradecer el retraso de mi hijo en el habla. Creo que si el chiquillo hubiera tenido vocabulario suficiente le hubiera faltado al respeto a la psicóloga en más de una ocasión. Con deciros que a los 2 años, jamás le había escupido a nadie, ni lo volvió a hacer después de aquella vez, pero le lanzó dos salivazos en medio de uno de sus dramas… También he llegado a pensar que era una ventaja su falta de habilidades comunicativas y el hecho de que solo comprendiese mensajes simples, porque esa mujer le ha dicho cosas como “Qué pena, con lo guapo que es y que esté así por dentro” o “El niño que ves ahora con 2 años puede que sea igual con 40”. Imagino a mi hija mayor, que a esta edad ya sospechaba de cualquier comentario que no entendiese bien como una posible ofensa ¡y el espectáculo podría haber dado para mucho! Yo misma me he llegado a sorprender al comprobar que pese a su retraso madurativo, mi hijo comprendía muchas veces más de lo que dejaba entrever, con lo cual me resulta incomprensible que una profesional, acostumbrada a tratar con niños con este tipo de trastornos, se permitiera el lujo de soltar semejantes sentencias durante la terapia.

¿Habéis pensado alguna vez que vuestros hijos están mejor solos que acompañados por malos terapeutas?

2 Comments

  • Yas

    Madre mía, que pesadilla… Me doy cuenta al leerte de la suerte que hemos tenido nosotros con nuestro CDIAP y, en concreto, con la psicóloga que teníamos asignada porque también somos de Catalunya y sí hemos recibido pautas, consejos, acompañamiento y jamás, jamás se nos ha dicho nada malo de nuestro hijo o se nos ha juzgado a nosotros. Es que sólo falta que con la dificultad que tiene el día a día haya que bregar con un personaje semejante. Está claro que en un caso así , más vale solos que mal acompañados.

  • Sonia

    Nosotros también vamos al CDIAP y por suerte casi todas las profesionales son fantásticas. Digo CASI ya que la primera que nos visitó, la neuropediatra es por decirlo finalmente una impresentable.
    Nos culpabilizó a mi marido y a mi de que mi hijo no hablara y como quien no quiere la cosa dejó ir que como se nos ocurría tener hijos con nuestra carga genética.
    En la última visita siguió insistiendo con el tema genético, ya que es muy importante hacerle pruebas no vaya a ser que tengamos más hijos y todos nos salgan así. Me quedé tan shock que ni contesté.

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