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Lobisón. La diversidad en entornos marginales

Lobisón, de Ginés Sánchez, es un libro que no pasará a mi lista de novelas favoritas sobre el autismo, si bien puede valer para abrirnos los ojos acerca de la tremenda desigualdad de oportunidades para los niños TEA con un apoyo suficiente, a nivel familiar y administrativo, y aquellos que son dejados de lado por la incomprensión hacia sus capacidades distintas. Es una novela con una temática cruel, que mezcla la falta de cultura, la precariedad económica y las creencias sobrenaturales en un entresijo de situaciones que hacen de la vida de Adrián una amalgama de escenas tristes y muy duras para cualquier persona.

Los malos tratos físicos y psicológicos a personas diferentes

Empiezo por aquí porque es el eje central del libro, un relato tremendista y escabroso en el que todo el mundo acaba maltratando al protagonista de alguna forma. Desde sus propios padres y hermanos, pasando por cuñadas que abusan sexualmente de él, que suelen golpearlo y lo amenazan con matarlo de distintas maneras por su mal comportamiento. No comprenden si es mudo, tonto o retrasado, pero tienen claro que no era normal. Otros piensan que tiene el demonio dentro por ser el séptimo hijo de su familia y que tiene la capacidad de transformarse en una bestia sanguinaria en días concretos. La falta de formación, la marginalidad, el trastorno mental de su padre, el desinterés de su madre, la vida nómada en furgoneta recorriendo España y la presencia de la delincuencia hacen que Adrián no tenga ninguna oportunidad de mejora en la vida.  

Las peculiaridades e intereses de un joven TEA

Ya en su sinopsis, Lobisón especifica que Adrián es un chico con rasgos autista y aunque no hay muchos, sí se detectan diversos pasajes que se repiten y cuadran con el comportamiento de los jóvenes TEA. Adrián tiende a autolesionarse los brazos hasta sangrar y se siente atraído por el olor de los animales y por la sangre que, según él, nota que contienen otros seres vivos. Puede vivir con otras personas ignorándolas hasta que siente una necesidad concreta (hambre, sueño) que requiere que se satisfaga, por lo que en su entorno se acostumbran a repetirle las cosas infinidad de veces, ala espera de que las comprenda, y sobre todo a no tocarlo sin su permiso. El protagonista también tiene una leve conciencia de que hay momentos de su vida en los que su entendimiento se nubla y hace cosas que luego no recuerda haber hecho (sacrifica y come animales crudos en los bosques). Tiene comportamientos violentos que no corresponden con su trastorno, sino con la influencia del entorno tan agresivo y desarraigado en el que ha vivido, hasta el punto de haber sido expulsado de la escuela del pueblo por atacar a un compañero. Entre sus intereses restringidos destaca su ritual de sacar y meter cosas de una bolsa durante horas, repitiendo la actividad cientos de veces seguidas cuando se pone nervioso. 

Un punto a favor de Lobisón es que está narrado en primera persona por Adrián, si bien se intercalan cartas con el punto de vista de su padre, un psicópata peligroso, lo cual encaja con el tipo de habilidades comunicativas que suelen tener los autistas. Esa redundancia en algunos aspectos, las frases directas y cortantes, los esquemas mentales simples y sin hondura psicológica, la sinceridad brutal, por escabrosa que resulte, el uso de “eufemismos” cuando el joven no comprende la realidad a la que se enfrenta (por ejemplo, se refiere al sexo como “hacer ruidos”), es una de las partes más logradas de la novela, aunque sean reiterativas y dificulten y entorpezcan la lectura. Personalmente, me parece que lo de menos es el autismo de Adrián, porque con semejantes condicionantes ¿quién podría salir adelante de una forma honrosa? Lobisón no es un libro para aprender sobre el autismo, aunque su protagonista sí se caracterice por este trastorno, pero sí podría servirnos para comprender la importancia de ofrecer un entorno seguro y comprensivo, modelos a imitar y una atención temprana a las necesidades de estos niños que, como cualquiera de nosotros en un clima tan deprimido, podrían convertirse casi en bestias. ¿Lo incluirías en tu lista de lecturas sobre el TEA?

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