dependienta de Sayaka Murata
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La dependienta de Sayaka Murata. ¿Qué tipo de vida es la ideal para un autista?

Podría ser el libro más simple que haya leído en décadas pero La dependienta de Sayaka  Murata, te atrapa desde la primera línea con una historia tan banal como cotidiana a la hora de plasmar las vivencias diarias de una persona con necesidades especiales. Con sentencias lapidarias como “El pasatiempo favorito de las personas normales es juzgar a las que no lo son” construye un relato real, muchas veces cruel y muy intimidatorio acerca de la forma en la que supuestamente se integra en nuestra sociedad a las personas con algún tipo de diversidad funcional. La protagonista es una mujer de 36 años que a su edad ya sospecha que no se va a curar nunca de lo que le ocurre. No sabemos exactamente qué tipo de trastorno tiene, pero muchos de sus sentimientos y comportamientos veréis que son propios del espectro autista. Con formación universitaria desaprovechada, vive como trabajadora por horas en una tienda de alimentación porque es lo único que sabe hacer. Se siente segura, tiene un manual del empleado en el que todo está detallado, desde el saludo a los clientes hasta la forma de vestir o gestionar la caja y la reposición de la mercancía y, aunque lo ha intentado, es incapaz de cambiar de puesto. En la sociedad japonesa en la que vive se esperaría de ella que estuviera casada, con hijos, o que fuera una gran profesional triunfadora en lo suyo. Pero no, ella vive cómodamente instalada en su rutina y es esa ansiedad de sus familiares y conocidos que quieren empujarla a ser algo más, a vivir una vida mejor, la que satura sus pensamientos y coarta su libertad.

El disfraz de persona normal

Keiko ha asumido que en su día a día, en el contacto que establece con otras personas, debe fingir ser una persona que no es, porque ya desde niña, cuando en el parque era la única que no lloraba la muerte de un pajarillo, porque en lo que pensaba era en que podría comérselo con su padre, a quien le encantaba el pollo, siempre ha sabido que no era normal. Por ese motivo, no entiende muchas de las convenciones sociales o directamente le parecen una estupidez irracional, por lo que pronto descubrió que era más sencillo pasar desapercibida que nadar constantemente a contracorriente. Su día a día se basa en ir a trabajar a una tienda de alimentación, donde es la veterana porque lo que para ella es la rutina que da estabilidad a su vida y le permite vivir modestamente, para el resto de la sociedad es un mero puesto de paso en su camino hacia un triunfo mayor. Al salir de casa Keiko se enfunda literalmente el disfraz de persona normal: empezando por el uniforme del trabajo, por las expresiones con las que se dirige a los clientes y por no compartir ninguna intimidad con sus compañeros. Así, a pesar de sus rarezas, pasa desapercibida cada jornada y logra que al menos no la molesten demasiado.

La seguridad de las rutinas en La dependienta de Sayaka Murata

Mi hijo es bastante poco rutinario, pero es muy pequeño aún y no sabemos cómo evolucionará. Sin embargo, en esta novela Keiko vive tranquila con su vida que siempre es igual: sin altibajos, sin cambios drásticos, con un trabajo que domina, con una mini vivienda que es la que se puede permitir y sin mayores preocupaciones que la de cocinarse comida insulsa, meramente por supervivencia, y ver a su familia de vez en cuando, o reunirse con algunas amigas esporádicamente, aunque más para no desentonar que por su deseo real de compartir experiencias con ellas. Keiko se ve presionada por una sociedad en la que siempre hay que aspirar a más: a tener un matrimonio tradicional, formar una familia con hijos, trabajar pocas horas si eres madre o ser una profesional destacada si no tienes descendencia. No conformarte nunca con la seguridad de lo que ya tienes, lo que controlas, lo que te hace tener una existencia placentera y feliz. En realidad, este pensamiento podríamos aplicarlo a cualquier persona acosada por el que dirán, pero resulta aún más sangrante cuando a la gente a la que se presiona no comparte ese ideal de vida y no quiere luchar por esos objetivos mejores. ¿Quién asegura que no se puede llevar una existencia plena con un trabajo humilde?

El libro, aunque no habla abiertamente de autismo, refleja las peculiaridades sensoriales de la protagonista respecto al tacto, los sonidos de la tienda que la tranquilizan y a los que recurre cuando no está en el trabajo para mantener la calma, un paladar nada desarrollado, así como a su desconexión completa del mundo emocional y sentimental. Esto la dota de una vertiente pragmática que alerta a quienes la conocen, pero que le hace elegir los caminos más sencillos por los que va a discurrir su vida. En definitiva, La dependienta de Sayaka Murata es una novela corta, rápida, ágil que nos hará pensar tanto en la integración de la diversidad como en los valores que priman en la actualidad. ¿La has leído?

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